Dicen que las mejores ideas nacen de la pura necesidad. Y ya se sabe que la sexualidad es una necesidad, si no de las más básicas, sí de las más importantes en el ser humano.
El vibrador nació de la necesidad de unos médicos para conseguir orgasmos rápidos en las mujeres y paliar la llamada histeria femenina. Así, durante el siglo XX empezaron a comercializarse para uso doméstico, pero no existía una tienda concreta donde poder adquirirlos. Porque el primer sex shop de la historia no aparece hasta la II Guerra Mundial. Justo en un momento en el que surgió una nueva necesidad. Mujeres que quedaban viudas tras la guerra, o con problemas de pareja, al regresar sus maridos del frente, sin ser ya las mismas personas.
Más que vibradores, la necesidad de esas mujeres era tener acceso a una educación sexual, labor de la que se encargó la aviadora alemana Beate Uhse-Rotermund.